martes, 14 de abril de 2009

Que hermosa era la luna en nuestra noche,
ella ajena a nuestro mundo lleno de dudas,
ajena al palpitar de mi corazón desioso de amarte.

Que hermosos eran tus ojos bajo las luces de colores
y el sordo y perturbador ruido de la música que solo
se empeña a unirnos por pura necesidad.

Y el sonar de las copas me removía los celos al verte
ajeno a mi, al verme deseando que por un instante
me amaras.

Que hermosas se tornaron las horas, la luna, las
luces de mil colores, la gente moviéndose al ritmo
de aquella música que me perturba.

Que hermoso eres mientras te mueves al ritmo
de aquel sonido, mientras te veo y soy feliz porque
tú lo eres.

1 comentario:

Jorge Arié Cravioto dijo...

Raro, exótico, pero a la vez dulce y tenue poema de amor al ritmo estridente de la disco y copas. Felicidades mi pequeña poeta. Un beso para ti.
Jorge Arié